martes, 7 de enero de 2014

CUENTO: LINEAS TANGENTES

LINEAS TANGENTES.

Ella caminaba lentamente por aquella calle, tal vez con la esperanza de volver a verlo.
Su nombre era María, tenía 26 años. Era alta de pelo lacio y largo. Tenía ojos comunes pero una mirada poco común,  una sonrisa a la que muchos podían llamar perfecta pero no sabían que a su corazón le faltaba un pedazo y que día con día caminaba por esa calle tratando de encontrar la pieza perdida; ese trozo  le pertenecía a Jacobo quien tenía tan solo un año más que ella.
Habían sido compañeros en la preparatoria, a veces amigos inseparables, otras tantas enemigos irreconciliables pero durante esos 3 años de sus vidas habían estado juntos de una u otra manera.
Nunca se llevaron realmente bien, eran polos opuestos, tan opuestos que era imposible que se atrajeran y aun así nunca se separaban, por más peleas, por más desacuerdos que tuvieran. Era como si un hilo invisible los tuviera atados, tal vez así era.
Un día María quien como siempre caminaba sin prisa por la calle donde vivía Jacobo decidió pararse justamente en la puerta donde tantas veces lo vio salir, se sentó al pie de la puerta y entonces su mente la llevo a la ultima platica que había tenido con él.
Durante las vacaciones de verano, donde extrañamente Jacobo y María se encontraban bien aunque no se habían visto, María cito a Luciana en un café.
 Luciana era una amiga que tenían en común María y Jacobo, ella siempre trataba de ser mediadora en sus peleas aunque a veces se desesperaba.
Aquel día María la había citado para hablar de Jacobo.
-         Sé que peleamos todo el tiempo pero estoy enamorada de él, no puedo evitarlo
-         María…
-         Es que siento que esta vez funcionara, sé que cuando regresemos a la escuela podremos tener una relación estable
-         María…
-         Yo he madurado y el también y sé que me quiere, lo presiento, lo siento
-         María, tienes que escucharme.
-         ¿Qué pasa?
-         Ayer vi a Jacobo paseando  con Carola
-         ¿Quién es Carola?
-         Una vieja amiga de Jacobo
-         ¿Y cuál es el problema?
-         El problema es que… bueno, no quiero que lo tomes mal pero ellos… ellos son novios.

De pronto a María se le venía el mundo abajo, estaba atónita, sentía que iba a dejar de respirar. Pensaba que todas sus ilusiones habían muerto.

Era hora de volver a la escuela, María evito toparse con Jacobo, hizo hasta lo imposible, pero el mundo es muy pequeño y sabia que se lo encontraría y ese día fue un martes.
-Hola María- la saludo Jacobo, realmente se veía feliz de verla
-Hola- respondió María con una sonrisa forzada.
Jacobo se acerco para abrazarla, ella se había quedado inmóvil, no movió los brazos ni le correspondió el abrazo.
-¿Qué tienes?- pregunto Jacobo, conocía demasiado bien a María, sabía que una vez más, iban a pelear.
Pero esta vez María no grito, ni le reclamo nada, solo le dijo tranquilamente:
-Somos líneas tangentes
-¿Qué?
- Si, tuvimos un punto de contacto, pero nos separamos, siempre nos separamos y esta vez creo que será para siempre.
Quizá así era.
-¿Que hice mal esta vez?
- Nada, esta en tu naturaleza
- ¿Qué cosa?
- Herirme
Jacobo no dijo nada, sabia a que se refería María
-         ¿Cómo te enteraste?
-         Presentimiento- dijo María sonriendo
Hubo un minuto de silencio.
-         ¿La quieres?- pregunto María
-         No lo sé, supongo que si
-         Bien, entonces no tengo nada de que preocuparme - dijo, mientras se le cristalizaban los ojos
-         Creo que ya no querrás saber nada de mi
-         Como es lógico, pero no te preocupes, estaré bien.
-         Siempre estaré aquí, por si quieres volver.
-         Lo sé, muchas gracias.
Pero María nunca volvió.
Cada vez que se lo topaba le sonreía y Jacobo no tenía el valor de acercarse.
Al principio María después de verlo, lloraba horas y horas, después aguantaba las lágrimas pero posteriormente se acostumbro y ya no dolía más.
Ambos terminaron la preparatoria, nunca se despidieron, solo se dejaron de ver.
Cada quien hizo su vida como pudo.
María lo buscaba en cada una de sus parejas, pero nunca lo encontraba.
Había estado tranquila por algún tiempo, pero a veces sentía como su corazón se volvía a quebrar y lo extrañaba.
Sus amigas nunca hablaban de él, aunque María les preguntaba una y otra vez que era de él.
Así que cuando acabo la universidad y tuvo que buscar empleo, le dieron trabajo a unas cuantas calles de donde vivía Jacobo, aunque realmente no se sabía si aún vivía ahí.
De todas formas, todos los días María recorría esa calle con la esperanza de encontrarlo.
Y ahí estaba María al pie de la puerta pensando en aquella triste historia, cuando de pronto alguien abrió la puerta.
-         Hola María- dijo el
-         Hola- dijo ella, sonriendo.



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